No existe ninguna operación, ni el más mínimo mecanismo industrial o financiero que no manifieste la demencia de la máquina capitalista y el carácter patológico de su racionalidad ( que no es en absoluto una falsa racionalidad sino la verdadera racionalidad de esa patología, de esta demencia, porque no hay duda de que la maquina funciona). No corre peligro alguno de enloquecer, porque ya lo está de punta a cabo y es efectivamente de ahí de donde extrae su racionalidad. En realidad todas las sociedades son racionales e irracionales al mismo tiempo: son racionales en sus mecanismos, engranajes y sistemas de conexión, e incluso por el lugar que asignan a lo racional. Sin embargo, todo ello presupone códigos o axiomas que no son fruto del azar pero que carecen, por su parte, de racionalidad intrínseca. La razón es siempre una región aislada de lo irracional. No al abrigo de lo irracional, sino atravesada por ello. En el fondo de toda razón esta el delirio, la deriva. En el capitalismo todo es racional salvo el capital.
Entonces lo racional de una sociedad es el modo en que la gente persigue sus intereses y propone su realización. Pero bajo los intereses están los deseos, las posiciones de deseo que conforman un inmenso fluido, todos los flujos libidinales – inconscientes que constituyen el delirio de una sociedad. La verdadera historia es la historia del deseo.Un capitalista o un tecnócrata de nuestros días no desea de la misma manera que un mercader de esclavos u que un funcionario del antiguo imperio chino. Los miembros de una sociedad desean la represión, la de los demás y la de ellos mismos; siempre hay gente que quiere fastidiar a otra gente y que tiene la posibilidad de hacerlo “derecho” a hacerlo: ahì es donde se pone de manifiesto el problema de un vinculo profundo entre el deseo libidinal y el campo social. Un amor desinteresado hacia la máquina opresora. Lo característico del capitalismo con respecto a este problema es que en este sistema el delirio y el interés o e deseo y la razón se reparten de una manera totalmente nueva. En todas las sociedades hay explotación y también hay escándalos y secretos, pero ello forma parte del “código”. En el capitalismo las cosas son muy distintas: nada es secreto al menos en principio y según el código ( por ello el capitalismo es democrático y se reclama del lado de lo publico hasta en términos jurídicos). Sin embargo todo es inconsefable. La propia legalidad es inconfesable. Se trata de un régimen de lo publico y de lo inconfesable. Es lo propio del régimen del dinero; un delirio especialisimo. Todo es legal a grandes rasgos, además todo es publico, solo que todo es inconfesable. Si la izquierda fuera razonable se contentaría con divulgar los mecanismos económicos y financieros. No haría falta publicar lo privado, bastaría con confesar lo privado. Encontraríamos entonces una locura que no tiene parangón con la de los manicomios. En lugar de esto, nos hablan de ideología, pero esto no es lo importante, el punto central es la organización de poder. Porque la organización de poder es la manera en la que el deseo esta ya de entrada en lo económico y fomenta las formas políticas de la represión. Y es justamente el deseo el que organiza ese sistema represivo.-
El deseo es la recarga de una huella mnémica de una supuesta satisfacción original...
ULTIMAS FUNCIONES !
MIERCOLES DE NOVIEMBRE 20.30 HS.
Espacio Pata de Ganso.
Zelaya 3122.
MIERCOLES DE NOVIEMBRE 20.30 HS.
Espacio Pata de Ganso.
Zelaya 3122.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Archivo del blog
D (de deseo)
- Cía 'La Movemos'
- Ana Laura Ossés, Lucía Soto, Melina Martín, Georgina San Cristobal, Cecilia Mazza y Carolina Arandia. Artes Plásticas: Marcela Seoane Julian Pesce
3 comentarios:
quien es el autor de este texto?
en realidad es una mezcla de cosas que saqué de una entrevista que le hicieron a Deleuze, publicada en el libro "La isla desierta y otros textos"
Ceci, te pregunto... realmente coincidís en eso de (copio y pego tu post)
En el capitalismo las cosas son muy distintas: nada es secreto al menos en principio...
Plis, no apliquemos el criterio de autoridad porque lo dice Gilles. Creo, que precisamente el capitalismo uno de sus pilares es proteger el o los secretos, aun más la información...
La semana entrante las veo... este viernes justo delante mio, el de la boleteria, gritó: No hay más localidades. Entonces me fui a ver Los sensuales en el Camarin de las Musas. Buenisima opción.
Publicar un comentario